En 2012 iniciamos el apasionante camino de las microalgas. Con ganas de innovar y concebir una nueva forma de producir comida más eficiente y sostenible. Maravillados por las propiedades nutricionales de la espirulina, pero al mismo tiempo también por el gran impacto que puede tener en la economía dejar de comer tanta proteína de origen animal y empezar a obtenerla de una forma más sostenible para las personas y para el planeta.
Durante este tiempo hemos estado investigando y colaborando con diferentes centros de investigación (UPF, IAAC, Elisava, UDL), así como con la Red Espirulina, una asociación que promueve el cultivo de espirulina para el autoconsumo. Todo ello con la convicción de que una nueva forma de producir comida sin externalizar costes hacia el medio ambiente y con un impacto positivo en la salud es posible.